sábado, 12 de diciembre de 2015

Fuera del mapa

La foto describe el paisaje, aunque no el contexto.

Caminamos un día desde Ushuaia por la costa del Beagle, pasando Estancia Túnel hasta Río Encajonado donde había abundante agua dulce, y un lugar protegido del viento oeste.
La tarde lluviosa era fría, pero finalmente mejoró, permitiendo encender un fuego para la lentejas con chorizo colorado que cenamos con placer. Pocas veces podemos disfrutar de un fuego en esta seguidilla de travesías por los glaciares y hielos patagónicos.

A la mañana siguiente cortamos camino campo a través (una constante en esta travesía) para ahorrarnos volver un par de km, y así enganchar el track del GPS que habíamos conseguido algún tiempo atrás.
Fue un día duro remontando un par de ríos, mucho bosque, vegetación cerrada. Nunca vimos marcas ni senda. Será porque no existe...

Sobre el final de ese segundo día, buscamos un lugar plano para poner las carpas, y preparar unos tallarines. Había mucho cansancio, y algo de frustración por lo lento del avance.

El tercer día nos encontró de buen ánimo, seguramente porque pudimos subirnos al turbal, identificar el valle correcto para caminar, y avanzar rápidamente sorteando los diques de castores.
Hasta que comenzó a nevar.
Pero veíamos, o intuíamos, el objetivo, y eso nos daba ánimos.
No sabíamos que había tres horizontes, y que cada vez que llegábamos a uno, seguía otro.
A media tarde llegamos al verdadero paso, rodeado de un circo, coronados por las cercanas cumbres del Cinco Hermanos y recorrido por un arroyo.

La superficie helada y nevada enmarcaba ese pequeño río, con sonidos de xilofón de cristal.
Me senté, al borde del arroyo para ver pasar el agua, un privilegio que pocos tenemos.
Raúl se sentó al lado mío, a compartir la vivencia. De a poco, Georgie, y Pablo se sumaron, y Marcelo los acompañó.
Nos quedamos en silencio, compartiendo un lenguaje común, sin palabras, por un buen rato.
Finalmente vino la propuesta: "si lo que queremos es vivir experiencias, porque no nos quedamos hoy acá?"
Dos dimensiones son las que nos preocupan en estos momentos: el entorno inmediato con las montañas, el clima, el hielo, el fuego, y la otra dimensión que son nuestros afectos. Todo se concentra, y se potencia.

Un rato más tarde las carpas estaban armadas y ancladas al hielo ya que por un momento una ráfaga impresionaste nos robó una de ellas, llevándola en instantes a doscientos metros de distancia.

Hacían 12C bajo cero, pero además había fuertes vientos. Y nevaba.
A pocos días del solsticio de verano, Tierra del Fuego puede mostrar este clima.
Una sopa caliente preparada dentro de una carpa ayudó a engañar el estómago. Demasiado cansancio para otra cosa. A la bolsa, y a dormir, con una sonrisa cómplice.

Fue una noche helada en la carpa, con sensación técnica de menos 20 grados afuera. Encerrado en su bolsa de duvet, cada uno esperó al amanecer para reconocerlo. Pero el equipo estaba preparado para eso, en todo sentido.


Desayuno caliente, desarme y a caminar.
Y caminamos horas por el bosque, sorteando centenares de árboles caídos, castoreras, y cruces de arroyos.

El descenso por una garganta helada, rodeada de piedra vertical negra contrastaba con la abundante nieve recién caída durante la noche.
Llegamos a una cascada, con estalactitas de hielo. Un paisaje único.


Sobre el final del día caímos a un camino embarrado que, como era de suponer, no figura en los mapas. Casi un par de horas más tarde, llegamos a la ruta 3, cerca del Cerro Castor.
Era regresar al mapa, volviendo del borde del mundo, ese lugar donde se ven las cabezas de las tortugas, que todos sabemos, sostienen la Tierra.


Mike, mobile.











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