sábado, 24 de diciembre de 2022

Temporada 16 Episodio 3 “Humildad”

Ya van tres días que practico yoga, con vista al glaciar.

Ya son seis meses que vengo soñando con el Vinciguerra.

Tierra del Fuego atrapa.

Invita, seduce, una y otra vez.

Y al igual que su clima cambiante, con lloviznas, sol, días azules, tormentas de nieve y mucho viento, nos ofrece opciones para conocerla de a poquito, de a ratos, con una naturaleza brutal, que eriza la piel.


En la computadora el glaciar ofrece varias rutas de ascenso. Desde varios ángulos las estudio, trato de memorizarlas. Al final, los pingos se ven en la cancha. Hay que ir, y decidir allí mismo.


Hace dos días veníamos subiendo pesados, con comida para varios días, carpas de expedición, equipo de escalada en hielo, con el cansancio del año a cuestas, con las mochilas cargadas de sentimientos.


Ya cansados, sobre el final de la subida, buscábamos un lugar para nuestro campamento base. Hace meses que tengo registrado un lugar plano, con agua y protección del viento. Está cerca, no lo vemos, nos dijeron que no existe, que no se puede. Todo un incentivo para encontrarlo.


Lo encontramos, nos reímos, es un paraíso este lugar. En minutos las dos carpas están armadas, los paneles solares recargando baterías. Nosotros, también.





Planificamos el día siguiente, una caminata corta a una laguna cercana, para ver cómo sube Marcelo. Los médicos no le dijeron que tenía que operarse la cadera, sino las dos. Y con fuerza de voluntad, y sandwichitos de pastillas, sigue adelante. No se la pierde.


Y acá estamos, tercer día de la salida, rodeando la laguna con hielo en los bordes, poniéndonos los grampones, dejando las mochilas y cargando solamente lo indispensable para trepar el hielo.


Qué divertido es evaluar las rutas, elegir teniendo en cuenta dónde hay menos probabilidad de avalanchas nieve o caídas de piedra! La iluminación cambia con cada nube, los colores del hielo mutan de grises a azules, las grietas se amplían con las sombras. Jugamos con la imaginación. Pero allá vamos, es lo que nos mueve, siento que nos tiran de una cuerda imaginaria atada a nuestros arneses reales.





El gigantesco tobogán helado es lo que más me llama la atención. Le tengo ganas. Desde hace meses. Se lo confieso a mi amigos, mis compañeros, al grupete.

“Ya lo sabemos, Mike”, me dicen con una sonrisa.

“Pero no se puede. Punto”, aclaran.

Corta discusión. Creo que fue la segunda en más de una década.

Lo de las caídas de piedras y toneladas hielo de las avalanchas me parecen un débil argumento.

Es la paz interior de Georgie y Pablo la que me terminan de convencer. No trataban de discutir, tan sólo de reconocer que no vale la pena el riesgo. Es la sabiduría que traen las canas? Quizás.


Me acerco al pie del tobogán, alzo mis brazos piqueta en mano, intercambiando ideas con la montaña. Lo que hablamos es un secreto. Cada uno le pone letra a la canción. Cada uno sabe qué decir, y cuál es la respuesta.

En mi alma, trato de incorporar la humildad que el momento amerita.





Nos agrupamos, seguimos subiendo. Destrepamos una suave rimalla con evidencia de una grieta al pie, y seguimos subiendo.


Al llegar a la Falsa Cumbre, encontramos una estación meteorológica.





Disfrutamos un rato allí de un paisaje que nos envuelve. Somos parte del glaciar. Somos Horizonte Blanco, el nombre del grupo de montaña que desde hace más de una década recorremos glaciares de la Patagonia, mientras todavía se puede.





El descenso rebalsa en alegría. Raúl propone la idea de ir a “nuestra cabaña” a escuchar pasar el viento, a ver correr el río. Es un refugio rústico que encontramos en el bosque hace más de un lustro. Y que venimos usufructuando a modo de reparador descanso en cada salida.


El piso de tierra y piedritas de la cabaña se nos hace acogedor. Las rendijas por las que se cuela el viento aliviana el humo que a veces se acumula porque la salamandra no es más que un tambor de 200 litros con pretensiones de más.





Esta temporada la cabaña, en medio del bosque, está rodeada de flores amarillas (diente de león), sobre las cuales plantamos las carpas. Las mismas plantas que usamos para preparar la ensalada que acompañó la cena.


Estamos contentos, estamos cómodos, acompañados aún en la soledad.

Estamos en casa.






domingo, 17 de diciembre de 2017

Ojo de Albino, y cabaña en el bosque fueguino



Lo bueno de Tierra del Fuego, es que es fácil predecir el clima: siempre cambiante.
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A pesar de que faltaban unos pocos días para el solsticio de verano, nos nevó casi todos los días. A veces con viento, otras con sol. Siempre fresco. Nos íbamos a dormir con el termómetro marcando 1 grado. Y después bajaba.


Nos levantamos en Buenos Aires, y nos dormimos en la laguna Esmeralda, a menos de dos horas de caminata desde la ruta 3, en las afueras de Ushuaia.
Al día siguiente subimos al Glaciar Ojo de Albino, que tenía su laguna totalmente congelada y un circo rodeando el glaciar que nos hizo acordar al Circo de los Altares, pero mucho más cerca. La subida, con grampones, se hizo fácil aún en la parte inclinada, y divertida.

El paisaje me hace imaginar que estoy en la Antártida. O en Marte, si es que hubiera agua.
Ayuda que no haya otras personas, es todo para nosotros cinco. Y para quienes nos acompañan en nuestro interior.



De bajada, Marcelo rueda un par de veces, para detenerse con su piqueta. Nos juntamos con parte de nuestro equipo que habíamos dejado en el lugar de almuerzo, y regresamos al campamento sobre la laguna Esmeralda. Es demasiado lindo para partir a la mañana siguiente, y decidimos quedarnos un día completo. Hay agua, leña y reparo del viento. Buena elección.



Charlamos con un par de chicos israelíes, un inglés, un alemán, una pareja cordobesa. Buena conversación, buenos mates.
La falta de señal de celular ayuda a la convivencia entre las personas, potenciando las relaciones de amigos, ansiando el reencuentro con quienes quedaron atrás.

A la mañana partimos hacia el valle Oeste del Cerro Alvear, cortando camino a media altura. La ventaja de Tierra del Fuego es que hay muchas travesías para hacer, sin marcas, sin senderos, sin tracks de GPS. A la vieja usanza, decidimos a ojo por donde cruzar, sin meternos en el bosque, sin quedar atrapados por los paredones verticales. Está bueno volver a lo básico, decidir la ruta, medir los pasos, hacer un fuego, y hasta perderse.
Georgie sueña con poder usar su brújula.

Armamos campamento a buena altura y Marcelo toca la armónica un ratito. Hay más?

Esa noche nevó con ganas.

 Antes de las 4 salí a despejar la nieve acumulada sobre las carpas. Después de desayunar, desarmamos y bajamos al valle, inventando nuestro camino.

Y llegamos a una cabaña deshabitada, con piso de pedregullo, un barril de 200 litros como salamadra, y leña cortada con motosierra. Nos quedamos en ese lugar de ensueño, no una, sino dos noches. Sería una picardía no descansar en un lugar soñado como ese. Hizo frío de noche, con la salamandra apagándose a poco de irnos a dormir. El frío se colaba por las rendijas entre los troncos. No llegué a terminar de sellarlas con musgo: reparé sólo dos paredes.

De madrugada escuchamos que algo revolvía unas bolsitas plásticas fuera de la cabaña. Habíamos colgado toda la comida de una soga, pero olvidamos la basura afuera.
Una zorrita se tentó, y revolvió los restos.

Al día siguiente nos acompañó todo el día, yendo y viniendo, pero no me permitió acercarme a más de tres metros. Igual, sentí que nos hicimos amigos.


Pablo, Raúl y Marcelo subieron al Cerro Alvear, casi hasta la cumbre. Si hubieran llevado el resto del equipo de hielo, la cima habría estado a su alcance.

Ya de regreso en Baires, sueño con volver en septiembre a hacer ski de fondo y travesía en Tierra Mayor.
Si me encuentro con la zorrita amiga, me reconocerá?


sábado, 12 de diciembre de 2015

Fuera del mapa

La foto describe el paisaje, aunque no el contexto.

Caminamos un día desde Ushuaia por la costa del Beagle, pasando Estancia Túnel hasta Río Encajonado donde había abundante agua dulce, y un lugar protegido del viento oeste.
La tarde lluviosa era fría, pero finalmente mejoró, permitiendo encender un fuego para la lentejas con chorizo colorado que cenamos con placer. Pocas veces podemos disfrutar de un fuego en esta seguidilla de travesías por los glaciares y hielos patagónicos.

A la mañana siguiente cortamos camino campo a través (una constante en esta travesía) para ahorrarnos volver un par de km, y así enganchar el track del GPS que habíamos conseguido algún tiempo atrás.
Fue un día duro remontando un par de ríos, mucho bosque, vegetación cerrada. Nunca vimos marcas ni senda. Será porque no existe...

Sobre el final de ese segundo día, buscamos un lugar plano para poner las carpas, y preparar unos tallarines. Había mucho cansancio, y algo de frustración por lo lento del avance.

El tercer día nos encontró de buen ánimo, seguramente porque pudimos subirnos al turbal, identificar el valle correcto para caminar, y avanzar rápidamente sorteando los diques de castores.
Hasta que comenzó a nevar.
Pero veíamos, o intuíamos, el objetivo, y eso nos daba ánimos.
No sabíamos que había tres horizontes, y que cada vez que llegábamos a uno, seguía otro.
A media tarde llegamos al verdadero paso, rodeado de un circo, coronados por las cercanas cumbres del Cinco Hermanos y recorrido por un arroyo.

La superficie helada y nevada enmarcaba ese pequeño río, con sonidos de xilofón de cristal.
Me senté, al borde del arroyo para ver pasar el agua, un privilegio que pocos tenemos.
Raúl se sentó al lado mío, a compartir la vivencia. De a poco, Georgie, y Pablo se sumaron, y Marcelo los acompañó.
Nos quedamos en silencio, compartiendo un lenguaje común, sin palabras, por un buen rato.
Finalmente vino la propuesta: "si lo que queremos es vivir experiencias, porque no nos quedamos hoy acá?"
Dos dimensiones son las que nos preocupan en estos momentos: el entorno inmediato con las montañas, el clima, el hielo, el fuego, y la otra dimensión que son nuestros afectos. Todo se concentra, y se potencia.

Un rato más tarde las carpas estaban armadas y ancladas al hielo ya que por un momento una ráfaga impresionaste nos robó una de ellas, llevándola en instantes a doscientos metros de distancia.

Hacían 12C bajo cero, pero además había fuertes vientos. Y nevaba.
A pocos días del solsticio de verano, Tierra del Fuego puede mostrar este clima.
Una sopa caliente preparada dentro de una carpa ayudó a engañar el estómago. Demasiado cansancio para otra cosa. A la bolsa, y a dormir, con una sonrisa cómplice.

Fue una noche helada en la carpa, con sensación técnica de menos 20 grados afuera. Encerrado en su bolsa de duvet, cada uno esperó al amanecer para reconocerlo. Pero el equipo estaba preparado para eso, en todo sentido.


Desayuno caliente, desarme y a caminar.
Y caminamos horas por el bosque, sorteando centenares de árboles caídos, castoreras, y cruces de arroyos.

El descenso por una garganta helada, rodeada de piedra vertical negra contrastaba con la abundante nieve recién caída durante la noche.
Llegamos a una cascada, con estalactitas de hielo. Un paisaje único.


Sobre el final del día caímos a un camino embarrado que, como era de suponer, no figura en los mapas. Casi un par de horas más tarde, llegamos a la ruta 3, cerca del Cerro Castor.
Era regresar al mapa, volviendo del borde del mundo, ese lugar donde se ven las cabezas de las tortugas, que todos sabemos, sostienen la Tierra.


Mike, mobile.











miércoles, 9 de diciembre de 2015

Verano en Tierra del Fuego

Anoche, cerca de la cumbre del Cinco Hermanos, nos quedamos a disfrutar del paisaje.
La calidez del grupo compensó los 12C bajo cero.
Además, sopló mucho.

Estuvo bárbaro!

Mike, mobile.

martes, 2 de diciembre de 2014

100 Km de kayak en Chubut

Hay una corta pasarela colgante sobre el río Carrileufu a metros del lago Cholila. En esa curva del río dónde habíamos llegado la noche anterior junto con Raúl, Pablo, Marcelo y Georgie, nos embarcamos.

Hace un año que lo programamos, y venimos practicando y organizando desde hace meses.
Que paisaje!  Los lupinos en flor con degradé de violetas alternando con retamas amarillas , una constante a lo largo de los primeros 27 km del serpenteante río, adornan la postal de los cerros y árboles que corren a nuestro lado.
Dos kayaks dobles ( Marcelo y yo en uno, y  Raúl y Georgie en el otro)  nos permiten filmar con facilidad. Aunque Pablo, que va en un single, no se hace problema para hacerlo.
En algún momento paramos a tomar mate al solcito, y más tarde a almorzar en una pequeña playa de piedras chiquitas a pleno sol.
La corriente a favor ayuda a avanzar con muy poco esfuerzo, aunque el viento hace de las suyas.




Nada comparado con el segundo día, en que el viento sopla con ganas, haciendo corderitos ( olas con cresta blanca)  durante la mayor parte del día en que recorremos el Lago Futalaufquen. Eso sí requiere de un esfuerzo adicional de control en cada barrenada de cada ola, a lo largo de unos 26 km del lago.
El día comenzó remando el Lago Verde (curiosamente con viento el contra), pasando debajo de la emblemática pasarela, símbolo turístico del parque Los Alerces, para luego bajar por el río Arrayanes, viendo nutrias, truchas e incluso un par de personas. Pensé que éramos los únicos dentro del Parque Nacional ! Fueron 4 km, incluidos dentro de una postal tras otra. El fondo de piedras pasa rápidamente bajo nuestros kayak en aguas de tonos caribeños, pero con temperaturas magallánicas.

Paramos para el mate, excusa para acomodar algo, y almorzar,  otra excusa para charlas abiertas.
Me pasé al Kayak single, sabiendo que requiere más esfuerzo que los dobles. Y disfruto como un chico sobre las olas.
Me asaltan los recuerdos de una bajada del Río Limay en kayak doble con mi hermano, y los chicos del Balseiro, hace solamente 30 años. Y las historias de mis abuelos, que se tomaban el tren río arriba, para armar su Klepper ( kayak desarmable de madera y tela ) para bajar el Danubio, recorriendo Austria, Hungría hasta el más allá. 
Cuando finalmente arribamos a la costa de villa Futalaufquen, llevábamos como 5 horas remando. Agradecí cada consejo de Sergio de Kayak Escobar sobre como mejorar la remada en esas condiciones.
Ya en el campamento, a la luz del fogón y tras haber cenado, apagamos los celulares (primera vez en tres días en que los encendimos)  para vernos inmersos en plena vía láctea, con una estrella fugaz incluída.

No tengo idea como seguirá la semana : las piquetas y grampones esperan la parte de escalada en hielo, pero es la meteorología, entre otros, quien define nuestro futuro cercano.
Si solamente nos permitiera quedarnos charlando con unas tortas fritas junto al fuego, aún así sería una semana ganada en nuestras vidas.




Tercer día de travesía :
Decidimos hacer un cambio de planes, sugerencia de Carlos, nuestro guía, para remar el brazo del Futalaufquen que lleva al lago Krügger. Pasamos el mítico estrecho de los Monstruos y nos vamos al fondo del lago (no a las profundidades sino la costa lejana, donde nace el río Frey).
Almorzamos en la playa, con siesta obligada para algunos, mientras otros exploran la naciente.
Luego, con ola y viento el contra, nos acercamos al estrecho para remarlo corriente en contra, volviendo al Futalaufquen.
Raúl lleva el single sin problema de ida y vuelta. La verdad, el esfuerzo en dobles es claramente menor.
Sin parar, regresamos a punta Matos, de donde habíamos partido a la mañana. Un éxito!




Inventamos un cuarto día de travesía en Kayak, descartando la parte de escalada en hielo, basándonos en el pronóstico meteorológico. El tiempo nos daría la razón.
Así que armamos los botes muy cerca de la represa, ya sobre el río Grande, que cruza la frontera con Chile y se llama Futaleufú del otro lado. Sabemos que es una de las mecas mundiales del rafting de aguas blancas.
Pero este último recorrido termina justo antes de la frontera, y antes de que se acabe el mundo, donde los rápidos meten miedo a los más valientes.



Paleamos una mitad con música en los auriculares y pescando, relajados y charlando, como preludio a una segunda mitad  con tanto viento en contra, que los Kayaks retrocedían en el río si no poníamos nuestro mejor esfuerzo y técnica. La elección de la táctica dependía de la dirección del viento en cada meandro, de la profundidad e intensidad de la corriente, para optimizar el avance.
Finalmente, con mucho esfuerzo y bajo un cielo gris intenso, llegamos al punto final del recorrido. Georgie está agotado, ya que el fue quien usó el single.



Él cena dos gigantescos platos de fideos, y después me pide un poco más de mi porción.
Fueron más de 100 km de charlas profundas, intensas, divertidas, de trabajo en equipo sin esfuerzo, con un marco de montañas, bosques, flores y aves.
Hace más de 10 años que nos juntamos para una salida anual a la montaña, y siempre es un placer, un desafío, y un éxito.  Le ponemos entrenamiento y preparación, y tenemos el apoyo en nuestras casas.
Tenemos suerte, y lo sabemos.
Y por todo eso, damos gracias.

Mike, 

Pd: último día :
Nos escapamos con Flavio, el hermano de Marcelo que vive en Esquel, para que me muestre '"su" laguna, donde se escapa durante los mediodías para desenchufarse, remando 8 km en un entorno de bosques, montañas y juncos. La laguna La Zeta es un lugar lindísimo, a solo 10 minutos del centro.
Nos bajamos del auto y recojo algo de basura para acercarlo al tacho que rebalsa. Charlo con alguien que pasea a sus perros. La conversación incluye obligadamente la basura, y luego educación, reciclado, gestión municipal, materiales de construcción, etc., Lo típico entre desconocidos.
Y luego dice, parte pregunta, parte afirmación, "vos sos de acá...."
Sonrío con el alma.



domingo, 23 de noviembre de 2014

Nos vamos !

Y con este pronóstico, nos vamos.


Las imágenes que nos motivaron a esta nueva travesía fueron



Nos vemos a la vuelta !

miércoles, 22 de octubre de 2014

Disfruntando de un día de curso en el Correntino y Paraná,
Falta un mes para la salida !

domingo, 1 de diciembre de 2013

Pico Argentino

La hicimos. Esta vez, vemos la cima del Pico Argentino del Tronador desde el refugio Meiling, mientras se cubre de nubes con la alegría de haber hecho cumbre.
Es satisfacción,orgullo, fruto de muchas cosas incluyendo la suerte. Pero sabemos que hubo planificación y entrenamiento. Y testarudez, ya que quisimos hacerlo el año anterior pero la meteorología no lo permitió.

Salimos el domingo de Baires y subimos al Refugio Meiling por el bosque. Ya desde un rato antes de dejar atrás la vegetación el piso se cubrió de nieve. Se nota que este año nevó más, y más tarde. El final de la subida estaba buenísimo, con un paisaje blanco muy distinto al de la roca pelada del verano.
Aprovechamos el lunes para descansar e hidratarnos mientras llegaba Georgie, que venía un día detrás nuestro. Seguimos entrenando, esta vez con mochilas de 23 Kg  y 1000 de desnivel, a pesar de habernos levantado al alba y que a la puesta del sol seguíamos subiendo.

Así que preparamos nuestro equipo de escalada, charlamos con Craig y Juanjo sobre el día siguiente y nos fuimos a dormir temprano.

A las 3 nos despertamos ( en realidad a las 12 y media me había despertado y con los ojos como huevos fritos esperaba la hora de partir. Ansiedad ? ) desayunamos, equipamos en plena oscuridad en el frío bajo cero de un día prometedor, y partimos hacia arriba, hacia un mar de estrellas.

Paso a paso, tramo a tramo, subimos evadiendo las grietas que se dejan ver. Las otras, en parte las adivinamos, y en parte las negamos en nuestras mentes. Si no lo hiciéramos, no podríamos subir.

Juanjo lidera una cordada, seguido por Marcelo, yo y Pablo que cierra. Va aclarando y sé lo que sigue: el Trona, ambas cumbres visibles - Internacional y Pico Argentino- se tiñen de rosa, naranja y fuego.

La otra cordada, que guía Craig seguido por Georgie y Raúl, en algunos momentos va paralela a la nuestra. Quizás hacemos algún comentario, pero el ritmo de la subida no nos permite hablar mucho. No es que la falta de oxígeno sea importante, pero a 3000m de altura, se comienza a notar la diferencia.


Paramos varias veces para desabrigarnos en un día que promete ser despejado con un cielo azul profundo, sin polvo ni smog. No hay contaminación, ni llamados, ni Whatsapp. Llevamos todo con nosotros, nuestros afectos y pasiones, los recuerdos y proyectos.

Yo estoy feliz, viendo la la cumbre del Filo de la Vieja, y a mi hermano frente a mí, unidos por nuestra cuerda, ahora imaginaria.

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Hacia la Depresión subimos rápidamente, aunque nos desgasta físicamente. Sabemos que es un día de 1400m de subida, y otros tantos de bajada, y seguimos parando para desabrigarnos o para emparchar un rozamiento que no queremos que se transforme en ampolla.
Nos quedamos en remera. Insólito, como negar el calentamiento global viendo como desaparecen los glaciares que recorremos año tras año.

Almorzamos muy cerca del col (collado) a un metro de unas fumarolas sulfurosas. Es como elegir almorzar en la costa del río Reconquista. No fue la mejor idea.

Nos preparamos para el ataque a la cumbre, la parte técnicamente más difícil. Este año, la pared Sur, que tanto Pablo como yo hemos subido en el pasado, parece aún peor. De hecho, la "normal" tiene lo suyo, expuesta y mixta,  muy empinada y con caída hacia una grieta sin fin. No hay simpáticas descripciones de los tonos de azul de las grietas : no queremos ni saber sobre los colores de sus paredes ni cuan profundas son.

Y tras algunos pasos con relevos, llegamos todos a la cumbre.

Como tantas veces en la vida, no es la cumbre en sí lo que importa, sino el camino recorrido. Y lo que queda por recorrer. Y no es metafórico sino real.
Le digo a Mer por teléfono : "ahora falta la otra mitad".









La bajada es más espectacular que la subida, y comenzamos a regresar tras los festejos y descanso en la cumbre. Sí, hubo abrazos, fotos, un par de llamados a casa y hasta algún insólito Whatsapp.
 (click para ver el video ===>  )


"En el aire" describe la velocidad con la que descendimos una vez que terminó la parte difícil. A las zancadas y sin parar perdemos altura a increíble velocidad.

Ya debajo del Filo de la Vieja, el Sol, que nos abrasó todo el día, hizo estragos en la nieve. Cada paso nos hunde casi hasta la rodilla, lo que nos obliga a un esfuerzo importante. Me cansé. Los últimos kilómetros hasta el refugio son interminables. Ni pienso en contar pasos, me niego. Agotado, mi amigos me hacen pata porque saben -en carne propia- que me quedé sin pilas. No es grave, porque no tenemos que armar carpa ni pared protectora, y no tenemos que encontrar el lugar. Las condiciones fueron óptimas y eso ayudó al éxito de la etapa.

Festejamos con abrazos, cena y yéndonos a dormir temprano.

Un merecido día de descanso nos permite evaluar la siguiente etapa ( la idea original era ir al Viejo Refugio Tronador ) que nuevamente queda para otro año, En vez, decidimos cruzar el glaciar hacia el Refugio Rocca en el Paso de las Nubes. Dicen que ahora le funciona la calefacción. Será cierto? Allá vamos !


A la salida del sol del jueves emprendemos la marcha sobre nuestros grampones en dos cordadas.Con las nubes apenas debajo nuestro, vemos el paisaje mutar de surrealista a inexistente, a medida que nos adentramos en una densa cortina blanca. Pero llegamos a disfrutar el cruce del glaciar. Ya dentro de las nubes descendemos por nieve y finalmente piedra hasta el Rocca.

Ahora sí constatamos que el generador hidroeléctrico funciona, y con él, la calefacción.

Compartimos una picada entre todos, incluyendo que soplo las velitas de cumpleaños que Mer me consiguió antes de partir. La convocatoria, enviada seis meses antes, había sido clara:

los invito a festejar mi cumpleaños (49). el 28 de noviembre próximo.
La cita es en la cumbre del Tronador.
Después nos vamos al Ref. Viejo, o volvemos al Meiling, dependiendo de cómo esté la nieve.

Quién se prende?


La muchadada, como siempre, tenía los pasajes comprados al día siguiente.

Y Mer, lejos de enojarse porque no iba a estar en casa para mi cumpleaños, se alegra que viva unos días de montaña con amigos, como lo venimos haciendo hace 10 años.

Ahora quiero volver a casa y abrazarlos, para contarles todo. Y abrazarlos de nuevo.

Disfruto de la montaña, de compartirlo con mis amigos, de los recuerdos viejos y de los nuevos. Me siento en casa.

Y ya estamos planeando la siguiente.

Mike.
Paso de las Nubes, 28/11/2013

sábado, 30 de noviembre de 2013

Más que contentos!


Ya regresamos a Bariloche, muy contentos y entusiasmados.
Iremos preparando las fotos y videos ( algunos sin desperdicio ) para compartirlo con nuestra gente, que nos siguen en este blog.
Nos vemos pronto!

domingo, 16 de diciembre de 2012

Desde Pampa Linda


Me quedé con ganas de más.

Nos quedamos tres noches en el nuevo refugio Rocca, debido a  la tormenta.
Por suerte la nevada llegó después de haber hecho vivac al pie del glaciar Frias, de donde habíamos llegado el día anterior.

Un día el refugio Rocca tendrá la esperada usina hidroeléctrica, y los calefactores serán algo más que piezas de decoración... Y la temperatura será algo más que la de la heladera de mi casa.
Cuando el clima comenzó a mejorar, y sabiendo que era una corta ventana de solo unas horas, nos eyectamos del refugio, subimos y cruzamos el glaciar.
Fue la mejor parte de la salida...íbamos conscientemente disfrutando de cada paso, del paisaje que se abría entre las nubes, de prestado, de la única forma que entendemos nuestro paso por la naturaleza.


La cordada avanzó rápidamente, generando destellos de recuerdos de hielos pasados y promesas de nuevas rutas hacia el futuro

Un apretón de manos y un discreto pero sincero "gracias "  fue el fin de la travesía, a un centenar de metros del refugio Meiling.

Luego el clima se cerró con mucho viento, frío y nevada.
La travesía al viejo refugio Tronador y el pico Argentino quedarán para la próxima.
Estamos contentos, agradecidos y, sin duda, nos queda pendiente algo para el futuro.
Y eso es bueno.

Pampa Linda, dic 2012

domingo, 9 de diciembre de 2012

Fwd: Nos estamos yendooooooo al Trona !

---------- Mensaje remitido ----------
De: "Pablo Seltzer" <pablo.seltzer@****>
Fecha: dic 9, 2012 10:11 AM
Asunto: Nos estamos yendooooooo al Torna!
Para: <****@bkogger.com>
Cc:

lunes, 3 de diciembre de 2012

cruce de e-mails

From: "Florentina" <****@****.com.ar>
Date: Thu, 29 Nov 2012 10:24:07 -0300

…..más que buen lugar para evadirse, yo diría buen lugar para que no sople el viento!!!!
Buen año Mike!
Quienes viajan?
Dónde van?
Cuándo vuelven?
Coman bien y compartan las fotos!!!!!
Baccios!!!

---------- Forwarded message ----------
2012/11/29 "Jorge Eckstein" <*****@*****.com>


....si hay viento tambien se pone divertido....

A nuestro regreso siempre mandamos fotos floren....not to worry...

Bso


---------- Forwarded message ----------
From: Mike Karplus <****@****.com.ar>
Date: 2012/11/29


El concepto de divertido de nuestro amigo Georgie es, como mínimo, discutible.

Creo que quiere decir challeging, frightening, worrying.
Con 100Km/h se pone muy complicado caminar, las carpas comunes se hacen jirones, la sensación térmica se desploma. No se te ocurra perder un guante o los anteojos.

Sigo, año tras año, tratando de descifrar la fascinación que nos generan estos destinos.
El desafío es claramente nuestro móvil.
 
El grupete de montaña lo hemos ido armando a través de los años, gente que disfruta de la naturaleza, que ha sabido enfrentar los momentos difíciles de buena forma. Las conversaciones no tienen desperdicio.
 
Me llevó muchos años entender que cada uno quiere llevar "algo" fuera de libreto: una armónica, un molinillo de pimienta, una buena cámara de fotos, exageradas cantidades de equipos de comunicaciones. En una expedición donde se contabilizan los gramos ( llegando a cargar 30Kg por mochila ), parece insólito permitir estas transgresiones.
Pero son justamente esas las que hacen la diferencia, las que nos definen, las que nos transportan.
 
Imaginen el mejor paisaje del mundo, con la satisfacción de haber llegado tras días de esfuerzo y meses de entrenamiento, condimentado con la música de _____ ( fill in the blank ). Es el chimichurri de la vida. Quién se atrevería a negar un reproductor de música?
 
Algunos partimos mucho antes del vuelo del domingo 9, y una semana más tarde nos traen de regreso, aunque nuestras mentes sigan evadiéndose por el sur.
 
La exploración de nuestro interior se logra de muchas formas.
Ésta es la nuestra.
 
Mike
 
PD: menú:
arroz, polenta, fideos, atun en sobre,  frutas secas, chocolates, turrón blando, hongos y tomates secos, sopas, granolas, frutigran, salames, quesos, nesquik, capuccino, canela en rama. Algún power gel. Ninguna lata.

 

sábado, 24 de noviembre de 2012

viernes, 19 de octubre de 2012

Planes 2012:

En el video que sigue, están los planes de la próxima salida.


Esta vez, la idea es unir los tres refugios del Cerro Tronador, comenzando por el Lago Frías, luego Refugio Rocca, Refugio Meiling, Viejo Refugio Tronador y Pampa Linda.
Apuntamos a la segunda semana de diciembre, y estamos preparándonos para eso.



domingo, 11 de diciembre de 2011

Día 3 : ingenuidad

Con las botas de trekking avanzamos sobre las piedras, bordeando el lago que nace al pie del Glaciar Marconi. Llevamos dos días haciendo la aproximación a la base del glaciar; el primero desde el puente sobre el río Eléctrico hasta Piedra del Fraile ( aunque en realidad partimos de Buenos Aires a la mañana, casi sin haber dormido ); el segundo, remontando el río hasta un vivac pasando La Playita que nos acerca algo más y descomprime la exigencia del día 3. 

Mientras caminamos, estudio la manera de montarnos sobre el glaciar, tratando de encontrar la mejor forma, ya que quiero evitar los paredones verticales de la margen derecha, y las grietas de la izquierda. Curioso: este año tiene pinta que el medio es lo mejor, y el agua del lago no llega a tocar el hielo, así que allá vamos.
Grampones, piquetas, arneses. Nos montamos, comenzamos a subir. Nos encordamos enseguida, establecemos protocolos y roles claros para cada uno, y avanzamos subiendo.
Raúl encabeza, cuidando cada paso, eligiendo cómo sortear grietas o incluso piedras. Georgie establece la dirección general munido del GPS. Yo llevo la ferretería de rescate en grieta, contando con que Marcelo me haga de ancla, llegado el caso.


Subimos paso a paso; cruzamos un interesante río sobre el hielo que parece un tobogán de parque acuático, aunque dudo que tenga un final feliz; almorzamos discretamente sobre una piedra plana del tamaño de un auto que el glaciar transporta a velocidad imperceptible hacia el lago.
La pendiente se acentúa a 45º. Subimos en zig-zag, hasta unas grietas infranqueables, al menos para nosotros. Nos montamos a unas rocas lisas, inclinadas, gastadas por la erosión milenaria del hielo. Cambiamos el calzado –las botas técnicas no nos ofrecen seguridad para esta etapa- y ganamos otros 100m de altura rápidamente.
Apuntamos a trepar 1000m de desnivel el día de hoy, y cada 100m cuentan ( ¡ y cuestan! ). Cambiamos por raquetas sobre la nieve, inclinada lo suficiente como para obligarnos a hacer zig-zag al menos por otros 100m de altura; luego, seguimos hacia arriba, siempre hacia arriba, pero claramente hacia el Horizonte Blanco.
¡Qué prepotencia la nuestra, querer llegar al horizonte! ¡Qué ingenuidad!
Pasos, pasos, no se llega nunca. Un cansancio demoledor … y seguimos subiendo.
La cuerda se tensa cada rato: significa que alguno detona un descanso, que todos quieren, y que nadie se anima a pedir. Es un improvisado lenguaje sin palabras, con tirones de la cuerda o miradas, que pasa a través del viento y no requiere respiración, pero muy claro en su significado.
Cada uno confiesa –horas más tarde- haber contado los pasos, multiplicado los minutos, dividido los metros, triangulado el refugio.
La cuerda nos une, nos da ritmo, nos impide sentarnos sobre la nieve para decir “muchachos, no doy más, sigan sin mí…” 
No hay resto para pedirle nada a nadie.
Y sopla el viento, frío, que el pasamontañas intenta mitigar…
Marcelo sale sorteado y mete su pierna en una grieta. Sale y mete la otra, un metro más adelante. Recupera raqueta y guante. Escribe Marcelo "la naturaleza nos deja caminar por su territorio pero nos avisa de que esta ahi, cruda y hermosa..."

Nada me prepara para este nivel de cansancio: una maratón me llevaría 5 ½ horas, pero llevamos 11 hs con mochila de 30 Kg. Y en la maratón no tengo que navegar la ruta, evitar las grietas o adivinar la posición del refugio. Ruego por que no siga empeorando el clima, que no es malo, pero que encrudece la experiencia con frío y viento fuerte.
Pasos.
Opinamos sobre la posición en la que debiera estar el refugio, y finalmente lo ubicamos.
4 Km: pasos, silencio, respiración. Se escuchan los pensamientos.
3Km: subida, más pasos. Los descansos se hacen más frecuentes. “Vamoooos!” grito tras cada parada, tratando de autoconvencerme.
2Km: desaparece el refugio, pero sabemos dónde está. Pasos. No se termina más. Mucho frío
1500m: caminamos, es desesperante. Nos separa una loma de no más de 150m de altura. Nunca nos sentamos. Los hombros sienten el peso de las mochilas que cargamos.
Pasos. 1000m para llegar. Queda la incógnita sobre si el refugio estará abierto o cerrado con candado, para evitar los desmanes del pasado. Llevo una hoja de sierra, por si acaso. Es un doble o nada. No nos quedan fuerzas para armar un vivac, carpa y muralla protectora, con este nivel de agotamiento y el viento que sopla, frío.
Faltan 500m. Pasos. El entrenamiento no fue suficiente: una hora y media en Baires con bici y fierros no se compara con 11 hs y 1000m de desnivel. Nos equivocamos.
Pasos. 300m. Es una batalla mental. El cuerpo hace rato que dejó de responder y funciona en automático. Es interminable. Lo único que quiero es llegar, meterme en mi bolsa de dormir y tiritar tranquilo a la espera de que algún alma caritativa derrita nieve y me prepare una taza de té.
100m, y no podemos hacerlos sin hacer una parada más. Pero llegamos.
Claramente, el mayor esfuerzo de nuestras vidas.
Sin dudas, el mejor lugar en el mundo.