domingo, 11 de diciembre de 2011

final del relato

Día 4 : paraíso

Ya recuperados del esfuerzo del día anterior, nos preparamos … para no hacer nada. Durante la cena habíamos decidido pasar un día completo en el refugio y alrededores, aprovechando lo que suponíamos iba a ser un día de buen clima. El problema era que, según el pronóstico del NOAA, se avecinaba una tormenta importante, y no queríamos estar a la intemperie en el campo de hielo –probablemente en el Circo de los Altares- cuando nos pegase de lleno.

No fue fácil convencerlo a Marcelo que el paisaje allí era incluso mejor que en el Circo. Con la tranquilidad de ya haber estado allí, Raúl, Georgie y yo tratábamos de calmarlo.
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Así que dormimos sin despertador sobre unos majestuosos colchones nuevos que el refugio nos ofreció. Tras el desayuno, caminamos, disfrutamos del paisaje, almorzamos, escuchamos música, charlamos, nos reímos, jugamos al truco y seguimos disfrutando del paisaje.

El barómetro confirmaba la tormenta que se acercaba.
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Día 5 Infierno (pero frío)

La tormenta pegó con toda la fuerza que suele tener en el campo de hielo. Cuando el termómetro bajo a -18C, dejé de consultarlo : hacía frío y se sentía, incluso dentro del refugio –que no tiene calefacción- . Era como estar dentro del freezer. Durante un rato caminamos por el interior, para entrar en calor. Lo siguiente hubiera sido meternos dentro de las bolsas de dormir, o armar la carpa dentro del refugio, pero no hizo falta.

Durante un instante me asusté profundamente, cuando un ruido de golpes me hizo pensar en un escenario de rotura de riendas, voladura del refugio, incluyendo nuestro equipo para sobrevivir. La oscuridad a pleno día tiñe de miedo cualquier situación. Me asombra cómo los cambios en la iluminación hacen que cambie el ánimo con tanta facilidad.

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He vivido tormentas de nieve de 6 días seguidos, y sabiendo que teníamos comida para unos 8 días en total, me encontré inventariando los víveres del refugio. Resultó que había comida para un mes, aunque combustible para solamente una semana. Y hace falta combustible para derretir nieve, ya que cuando la temperatura del refugio baja de cero, no se derrite ni siquiera estando adentro.

Día 6 Transición

Amaneció despejado. La tormenta terminó durante la madrugada. Esa vez el pronóstico fue exacto, y nuestra decisión de pasar la tormenta en un lugar seguro fue la correcta.

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Pero había que emprender el regreso. Así que armamos nuestro equipo, nos encordamos, y con las raquetas puestas caminamos durante horas hacia el horizonte. Botas de trekking durante la parte de roca, grampones durante el hielo, caminata sobre el glaciar, y luego tierra firme, donde aparece el agua líquida. Horas más tarde aparecen los primeros musgos y líquenes, incluso algún pajarito. En la playita armamos nuestras carpas y tras cenar, nos fuimos a dormir.

Día 7 Regreso

Una larga caminata nos lleva a Piedra del Fraile y finalmente a la ruta, donde tenemos cita con un transporte. Luego nos tocan duchas, brindis, cena, apuntando a volver a la ciudad al día siguiente. Cuesta un poco, a pesar de que no es instantáneo, volver a Buenos Aires. Nos anima volver a los afectos, contar las historias, compartir las fotos. Pero la mente y el alma siguen vagando por el Hielo, buscando la eternidad.

Nos preguntamos mil veces, qué nos lleva allí ? Por qué el Hielo? Porque quiero verlo antes que se derrita. Porque nuestro espíritu de aventura nos lleva donde –casi- nadie fue. Porque necesitamos adrenalina, desafíos, paisajes, una excusa para motivarnos durante todo el año. Porque nos gusta, desde lo básico de nuestras almas.

Mike Karplus
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